En la profundidad de la caída de las estrellas, allí donde las hojas se marchitan por la falta del sol, se encontraban dos llamas de sueños. El tomo su mano y la invito a volar por encima de las miradas del cielo. Como un faro al borde de las olas del mar, la luna guiaba sus pasos en la inmensidad de la noche.
Ella cerro sus dulces parpadosy el roció del silencio cayó en los rincones más turbulentos de su corazón. La tranquilidad coloreaba las aguas de su estanque de preocupaciones, dejando un recuerdo de paz en su interior. Ya no había llanto en sus manos, solo quedaba el dibujo de una lágrima en su rostro.
El desplegó sus alas y como si fuera el único lucero visto en el camino, ilumino el escenario de cariño. Rodeo con su luz los latidos de ella. Tomaron vuelo y su rastro se perdió en infinito dejando un grabado de brillo en el cielo.
!qué bonito.
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