Llueve y detrás de esas nubes no hay más que un frasco lleno de lágrimas del cielo. Te acercas a esa ventana decorada por el recorrido de pequeños rios. Intentas ver más allá de lo que el rompecabezas de sombrillas, pero no encuentras más que un gris intenso que se acerca cada vez más.
Dándole la espalda aquel paisaje sin ilusión y lleno de tristeza, te das la vuelta y tocando un simple botón, un mar de recuerdos llama a tu puerta. Aquella música, no solo se hace húesped de tu mundo sino que toca un trocito de tu alma, llamando a un millón de recuerdos.
Como si fuera magia, unos simples acordes te hacen sentarte y navegar de nuevo por sueños, aventuras, fotos,.....Pero todo ello no viene de aquella música que proviene de un altavoz sino de nuestro de interior.
Recuerda no hace falta darle a un botón para escuchar acordes sino pegar el oído a tu corazón.
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