La tormenta callo y todo lo que era imaginación desapareció de los horizontes, entonces presentías que algo nuevo aparecía en el camino. La niebla se entremezclaba con el borde de las sombras y el perfume de la tierra se diluía en tu rostro. Las gotas recorrían tu cuerpo y el viento se llevaba las nubes de tu mirada.
Un escalofrío recorrió tu interior y el frío acaricio tu espalda. El reloj frenó su constante caminar y el cielo, empañando de rayos y oscuridad, no regalaba ninguna luz para seguir andando.
Cerraste los ojos, queriendo imaginar que todo había sido la burla de un sueño travieso. Pero al volver abrirlos, el mundo seguía tal cual como lo habías dejado. Alejaste la sutil niebla y descubriste detrás de ese telón de agua, nada más que soledad.
Un amargo silencio recorría los espacio más inhóspitos del lugar, pero tu miedo se desvaneció, ya que un palabra de aliento broto de tu corazón y seguiste avanzando.
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